La salud mental, en definición de la OMS es un estado de bienestar en el cual las personas pueden realizar sus actividades, hacer frente a las manifestaciones de estrés, mantener su productividad y contribuir al desarrollo social, de acuerdo a esto debemos como seres humanos disponer de una tranquilidad y equilibrio en nuestro entorno para garantizar que podemos dar el máximo rendimiento en nuestra vida laboral, social y familiar, es decir, contribuir al equilibrio y bienestar del otro.
Pero, ¿estamos en capacidad de mantener un equilibrio en nuestra salud mental, y ayudar a mantener la de los demás?, si miramos de cerca y palabra por palabra la definición de la OMS, encontramos que este estado de bienestar para hacer frente a las adversidades, depende de muchos factores, que, si no están presentes, inicia una reacción en cadena, que desestabiliza no sólo al individuo, sino a su entorno social inmediato.
¿De qué factores estamos hablando?, ¿Por qué son tan importantes?, vamos por partes; lo primero son las necesidades básicas insatisfechas, en Colombia el total nacional, según fuentes del DANE 2018, la ubica en un 14,13%, pero desagregados por regiones, encontramos departamentos con un alarmante 68,89% como Vaupés, un 67,62% en Vichada, un 65,40% en Chocó, un 59,21% en Guainía, y completa el top 5 la Guajira con un 53,01% de NBI, las causas, pueden ser muchas, abandono estatal, dificultad de acceso a los servicios, zonas de baja productividad para el auto sostenimiento, entre otros, ser pobre no es pecado, mientras se pueda tener acceso a lo elemental para vivir, (no sobrevivir), la dignidad humana depende de eso.
Ahora, ¿por qué es importante tener en cuenta las NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas)?, porque involucra aspectos importantes para el desarrollo social, económico e individual de una comunidad como son acceso a vivienda, acceso a servicios sanitarios, acceso a la educación y acceso a aumento de la capacidad económica, estos elementos influyen en tener una dignidad humana, teniendo dignidad humana, tengo estabilidad emocional y teniendo estabilidad emocional, tengo una excelente salud mental, fácil ¿verdad?
Ya sabiendo el origen de la problemática, podemos analizar cada uno de ellos y ver su aporte a la situación actual de degradación social del país, hablando de Colombia, pero que en general se podría homologar a cualquier país del mundo, centramos la atención en dos aspectos importantes; la educación y el aumento de la capacidad económica, lo uno lleva a lo otro, pero la ausencia de educación es el caldo de cultivo de los peores males que aquejan a la sociedad; pérdida de valores, delincuencia, abusos, corrupción, violencia intrafamiliar, drogadicción, abuso de menores, males que aquejan a la sociedad, y que en medio de esta crisis social ha repuntado significativamente.
Desde la educación, encontramos que un 5.19% de la población nacional se encuentra en el analfabetismo de acuerdo a información del ASIS 2019 (Análisis Situacional de Salud) estos ciudadanos o individuos son quienes sucumben en la afectación en su salud mental. Los grupos sociales menos favorecidos se ven expuestos a altos índices de violencia, alcoholismo, delincuencia y consumo de sustancias, desde luego, no se puede generalizar, porque como en todas las situaciones existen excepciones a la regla. En adelante, saliendo ya del cinturón de miseria del país, llegando a clase social baja o media, si bien existe un poco más de probabilidades de acceder a educación y con ello a mejorar la calidad de vida, no siempre es así, porque allí aparece otro factor importante y es, que no se han generado estrategias políticas y sociales para abordarlas y es la calidad de la educación, el nivel educativo que reciben los estudiantes no involucra aspectos de desarrollo emocional, inteligencias múltiples, desarrollo de habilidades sociales, desarrollo del pensamiento, asesorías frente a problemáticas sociales cotidianas como la prevención de embarazo en adolescentes, consumo de sustancias psicoactivas, dependencia emocional (que es la puerta de entrada a la permisividad frente a la violencia intrafamiliar) lo que hace que la toma de decisiones en los diferentes aspectos de la vida sean difusas y poco centradas en la realidad social.
Asistimos ahora a una coyuntura social, la cual, al inicio de esta emergencia sanitaria por COVID-19 se hablaba que tras superar esta contingencia, podría suceder un posible cambio de los comportamientos sociales; pero con el pasar de los días, lo más oscuro de la sociedad se ha ido conociendo a través del comportamiento de los individuos, sin importar el nivel social en la cual se encuentren ubicados, y es que haciendo una revisión rápida de medios de comunicación y redes sociales se encuentran comportamientos deplorables como la violación a menores indígenas en diferentes departamentos a manos de actores del estado, violación y muerte de menor en el municipio de Garzón, entre otros tantos casos que muestran el desprecio por los derechos de la otra persona (la víctima), así mismo la descomposición social de las comunidades que antes de prestar primeros auxilios a un accidentado, buscan cómo aprovecharse de las circunstancias, como los últimos casos presentados en la costa norte de Colombia, aun cuando la propia vida o la vida de los demás esté en riesgo, se asume un comportamiento impulsivo y destructivo hacia los demás, y ni que hablar del comportamiento de algunos dirigentes políticos de orden nacional, regional o local, que se aprovechan de la coyuntura para abusar de la autoridad y saquear las arcas del estado, mientras los ciudadanos, atrapados por el embrujo de un discurso de liderazgo inexistente avala cuanto abuso de poder se manifieste, reflejado en actos de corrupción que se descubren cada día, estos lo celebran y manifiestan respaldo hacia estos comportamientos dañinos en la sociedad, que retrasan la posibilidad de desarrollo social, político y económico.
Por estas razones, la salud mental está en cuidados intensivos, porque en una sociedad enferma, y no se establece solo a partir de la estadística de enfermedades asociadas a la salud mental, que si bien es un indicador de la alteración de la salud mental ya diagnosticada o en seguimiento, sino también a partir de comportamientos individuales que menoscaban la dignidad de sus congéneres, quienes se encuentran bajo estas condiciones de dominancia o abuso de poder o autoridad sobre sus víctimas o sobre la sociedad no están allí incluidas, porque o no reciben atención en salud mental o en su lugar de residencia es difícil el acceso a ellos. Teniendo en cuenta el informe del ministerio de salud de Colombia de julio de 2018, en el país solo existen habilitados 1918 servicios de atención a salud mental; de ellos, 89 son unidades de salud mental (4,6%), 18 son de cuidado agudo en salud mental (0,9%), 6 son de cuidado intermedio de salud mental (0,3%), 130 de hospitalización en salud mental (18%) y 1675 para consulta externa por psiquiatría (87,3), es decir que la capacidad instalada no es muy significativa, teniendo en cuenta que psiquiatría es un servicio de medicina especializada, lo que implica un trámite administrativo dispendioso para llegar a él, y que no siempre las personas que requieren de atención están en disposición, de tiempo, distancia y recursos para acceder a estos servicios.
Ahora en cuanto a psicología, en el mismo informe de MINSALUD el número de IPS habilitadas hasta el año 2018 corresponden a 8.580, y de estos la mayoría están ubicados en las capitales o ciudades intermedias, pero no en la totalidad de los municipios del país, lo cual no es suficiente para atender a toda la población desde un enfoque preventivo, porque habitualmente cuando se remiten usuarios de salud a psicología o psiquiatría es porque su salud mental ya ha venido deteriorada y las intervenciones ya son tardías.
La invitación aquí es orientada a los profesionales de salud mental, a desarrollar estrategias de prevención desde su competencia profesional, hacer una gestión que pueda orientarse hacia la incidencia en la toma de decisiones en las políticas de salud mental de carácter preventivo, porque la sociedad lo necesita. Pese a esto, las políticas sociales y de salud emitidas no responden a esta necesidad y la salud mental está relegada al cuarto del olvido, una muestra es la mínima importancia que se le ha dado en medio de esta emergencia sanitaria, limitándose solo a abrir voluntariados para atender las contingencias de salud mental de la población, pero no a la escala que se requiere y menos con un trato digno hacia los profesionales de la salud mental.
Desde Proyectando Líderes a través del sistema de historias clínicas estamos orientando el servicio para facilitar el acceso a la tecnología para la prestación de un servicio de atención en salud mental sin importar la distancia entre paciente y profesional, disminuyendo las brechas de acceso a los servicios de salud.
HERNAN DAVID ROMERO REYES
Psicólogo